quarta-feira, setembro 22, 2010

Tendência

  A palavra desabou  homem. Ele todo era origem, sem chuvas. Abeirou seus alicerces e ficou, para ser contemplado. Visto, era quase olho nu. A sua imagem assemelhada a cisco tem astúcia de flash. Ele se abandonou aos pedaços e agora coleciona remendos em terra húmida. Se descobriu tão multiplicado em si, que podia se fazer tão outros e continuar o mesmo. Germinava. Sua aparência a cada dia decanta. Aspecto-broto nutrido a causas.  Certas palavras ruminadas fazem odores, até que se apresentem insossas. Nele, restou só uma impressão amarga 3x4 que ele emoldurou. Ontem, era todo completo de ausências. Repetia a palavra de outrora até que ressoasse outra. Ficou constituído. Sorriu, fez-se homem: já sabia produzir artifícios.

Cecília Braga
 

"Cuando se produce el encuentro de las cosas y el pensamiento, es necesario que la sensación se reproduzca como la garantía o el testimonio de su acuerdo, la sensación de pesadez, cada vez que sopesamos un cuerpo, la de color, cada vez que lo contemplamos, con nuestros órganos del cuerpo que no perciben el presente sin imponerle la conformidadcon el pasado. Todo esto es lo que pedimos para forjarnos una opinión, como una especiedel caos de “paragüas” que nos proteja".
Deluze y Guattari

sábado, agosto 14, 2010

Sobre o Amor

Entrevista a J.A. Miller.Por Hanna Waar. En: Psychologies Magazine, octobre 2008, n° 278.

"Amamos a aquel que responde a nuestra pregunta: ¿Quién soy yo?"

"Hijo espiritual" de Jacques Lacan, Jacques-Alain Miller explora a su vez la cuestión del amor que el padre del pensamiento psicoanalítico contemporáneo evocaba en 1973, en uno de sus más famosos seminarios "Aún" en El Seminario, vol XX (Seuil, "Essais", 1999). Es igualmente el fundador de la Escuela de la Causa Freudiana. Ultima obra aparecida Le secret des dieux (Navarin editores, 2005)

"Amamos a la persona que protege, o una imagen narcisista de uno mismo".

El amor se dirige a aquel que, pensamos, conoce nuestra verdad y nos ayuda a encontrarla soportable, explica Jacques-Alain Miller. Mirada de un psicoanalista sobre esta cuestión fundamental.

Hanna Waar : ¿El psicoanálisis enseña algo sobre el amor?

Jacques-Alain Miller: Mucho, pues es una experiencia cuyo resorte es el amor. Se trata de ese amor automático, y a menudo inconsciente, que el analizante dirige al analista, y que se llama la transferencia. Es un amor artificial, pero de la misma estofa que el amor verdadero. Saca a la luz su mecánica: el amor se dirige a aquel que usted piensa que conoce vuestra verdad verdadera. Pero el amor permite imaginar que esta verdad será amable, agradable, mientras que de hecho es muy difícil de soportar.

H W :¿Entonces, qué es verdaderamente amar?

J-A Miller: Amar verdaderamente a alguien es creer que amándolo, se accederá a una verdad sobre sí mismo. Amamos a aquel o a aquella que esconde la respuesta, o una respuesta a nuestra pregunta: "¿Quién soy yo?"

H W : ¿Por qué algunos saben amar y otros no?

J-A Miller: Algunos saben provocar el amor en el otro, los serial lovers, si puedo decirlo, hombres y mujeres. Saben qué botones apretar para hacerse amar. Pero ellos no aman necesariamente, juegan más bien al gato y al ratón con sus presas. Para amar, hay que confesar su falta, y reconocer que se necesita al otro, que le falta. Aquellos que creen estar completos solos, o quieren estarlo, no saben amar. Y a veces, lo constatan dolorosamente. Manipulan, tiran de los hilos, pero no conocen del amor ni el riesgo ni las delicias.

H W : "Estar completo solo": solo un hombre puede creer eso…

J-A Miller: ¡Bien dicho! Amar, decía Lacan es dar lo que no se tiene. Lo que quiere decir: amar, es reconocer su falta y darla al otro, ubicarla en el otro. No es dar lo que se posee, bienes, regalos, es dar algo que no se posee, que va más allá de sí mismo. Para eso, hay que asumir su falta, su "castración", como decía Freud. Y esto, es esencialmente femenino. Solo se ama verdaderamente a partir de una posición femenina. Amar feminiza. Por eso el amor es siempre un poco cómico en un hombre. Pero si se deja intimidar por el ridículo, es que en realidad, no está muy seguro de su virilidad.

H W : ¿Sería más difícil amar para los hombres?

J-A Miller: ¡Oh sí! Incluso un hombre enamorado tiene retornos de orgullo, lo asalta la agresividad contra el objeto de su amor, porque este amor lo pone en una posición de incompletad, de dependencia. Por ello puede desear a mujeres que no ama, para reencontrar la posición viril que él pone en suspenso cuando ama. Freud llama a este principio la "degradación de la vida amorosa" en el hombre: la escisión del amor y del deseo.

H W : ¿Y en las mujeres?

J-A Miller: Es menos habitual. En el caso más frecuente, hay desdoblamiento del partenaire masculino. De un lado, está el amante que las hace gozar y que desean, pero está también el hombre del amor, que está feminizado profundamente castrado. Solo que no es la anatomía la que comanda: hay mujeres que adoptan una posición masculina, incluso las hay cada vez más. Un hombre para el amor, en la casa, y hombres para el goce, que se encuentran en Internet, en la calle, o en el tren…

H W : ¿Por qué cada vez más?

J-A Miller: Los estereotipos socioculturales de la feminidad y de la virilidad están en plena mutación. Los hombres son invitados a alojar sus emociones, a amar, a feminizarse; las mujeres conocen por el contrario un cierto "empuje al hombre": en nombre de la igualdad jurídica, se ven conducidas a repetir "yo también". Al mismo tiempo, los homosexuales reivindican los derechos y los símbolos de los héteros, como el matrimonio y la filiación. De allí que hay una gran inestabilidad de los roles, una fluidez generalizada del teatro del amor, que contrasta con la fijeza de antaño. El amor se vuelve "líquido" constata el sociólogo Zygmunt Bauman[1]. Cada uno es conducido a inventar su propio "estilo de vida", y a asumir su modo de gozar y de amar. Los escenarios tradicionales caen en lento desuso. La presión social para adecuarse a ello no ha desaparecido, pero es baja.

H W : "El amor siempre es recíproco", decía Lacan. ¿Aún es verdadero en el contexto actual? ¿Qué significa eso?

J-A Miller: Se repite esta frase sin comprenderla, o se la comprende de través. No quiere decir que basta con amar a alguien para que él lo ame. Eso sería absurdo. Quiere decir: "Si yo te amo, es que tú eres amable. Soy yo quien ama, pero tú, tú también estas implicado, puesto que hay en ti algo que hace que te ame. Es recíproco porque hay un ir y venir: el amor que tengo por ti es el efecto de retorno de la causa de amor que tú eres para mí. Por lo tanto, algo tú tienes que ver. Mi amor por ti no es solo asunto mío, sino también tuyo. Mi amor dice algo de ti que quizá tú mismo no conozcas." Esto no asegura en absoluto que al amor de uno responderá el amor del otro: cuando eso se produce siempre es del orden del milagro, no se puede calcular por anticipado.

H W : No se encuentra a su cada uno o cada una por azar. ¿Por qué él? ¿Por qué ella?

J-A Miller: Existe lo que Freud llama Liebsbedingung, la condición de amor, la causa del deseo. Es un rasgo particular – o un conjunto de rasgos- que tiene en cada uno una función determinante en la elección amorosa. Esto escapa totalmente a las neurociencias, porque es propio de cada uno, tiene que ver con la historia singular e íntima. Rasgos a veces ínfimos están en juego. Freud, por ejemplo, había señalado como causa del deseo en uno de sus pacientes ¡un brillo de luz en la nariz de una mujer!

H W : Nos es difícil creer en un amor fundado sobre esas naderías.

J-A Miller: La realidad del inconciente supera a la ficción. Usted no tiene idea de todo lo que se funda, en la vida humana, y especialmente en el amor, en bagatelas, cabezas de alfiler, "divinos detalles". Es verdad que es sobretodo en el macho que encontramos tales causas del deseo, que son como fetiches cuya presencia es indispensable para desencadenar el proceso amoroso. Particularidades nimias, que recuerdan al padre, la madre, el hermano, la hermana, tal personaje de la infancia, juegan también su papel en la elección amorosa de las mujeres. Pero la forma femenina del amor es más erotómana que fetichista: quieren ser amadas, y el interés, el amor que se les manifiesta, o que suponen en el otro, es a menudo una condición sine qua non para desencadenar su amor, o al menos su consentimiento. El fenómeno está en la base de la conquista masculina.

H W : ¿Usted no le adjudica ningún papel a los fantasmas?

J-A Miller: En las mujeres, sean conscientes o inconscientes, son determinantes para la posición de goce más que para la elección amorosa. Y es a la inversa para los hombres. Por ejemplo, ocurre que una mujer no pueda obtener el goce – digamos el orgasmo – sino a condición de imaginarse a sí misma durante el acto, siendo golpeada, violada, o siendo otra mujer, o incluso estando en otra parte, ausente.

H W : ¿Y el fantasma masculino?

J-A Miller: Está muy en evidencia en el enamoramiento. El ejemplo clásico, comentado por Lacan, está en la novela de Goethe [2], la súbita pasión del joven Werther por Charlotte, en el momento en que la ve por primera vez, alimentando a un grupo de niños que la rodea. Aquí es la cualidad maternal de la mujer lo que desencadena el amor. Otro ejemplo, tomado de mi práctica, es este: un jefe en la cincuentena recibe candidatas en un puesto de secretaria; una joven mujer de 20 años se presenta; le desencadena inmediatamente su fuego. Se pregunta lo que le pasó, entra en análisis. Allí descubre el desencadenante: encontró en ella rasgos que le evocaban lo que él mismo era a los 20 años, cuando se presentó a su primera solicitud de trabajo, de algún modo se enamoró de sí mismo.

H W : ¡Se tiene la impresión de que somos marionetas!

J-A Miller: No, entre tal hombre y tal mujer, nada está escrito por anticipado, no hay brújula, no hay relación preestablecida. Su encuentro no está programado como el del espermatozoide y el del óvulo; nada que ver tampoco con los genes. Los hombres y las mujeres hablan, viven en un mundo de discurso, es eso lo que es determinante. Las modalidades del amor son ultrasensibles a la cultura ambiente. Cada civilización se distingue por el modo en que estructura su relación entre los sexos. Ahora, ocurre que en occidente, en nuestras sociedades, a la vez liberales mercantiles y jurídicas, lo "múltiple" está en camino de destronar el "uno". El modelo ideal de "gran amor para toda la vida" cede poco a poco el terreno ante el speed dating, el speed living y toda una profusión de escenarios amorosos alternativos, sucesivos, incluso simultáneos.

H W : ¿Y el amor en su duración?, ¿en la eternidad?

J-A Miller: Balzac decía: "Toda pasión que no se crea eterna es repugnante".[3] ¿Pero el vínculo puede mantenerse toda la vida en el registro de la pasión? Cuanto más un hombre se consagra a una sola mujer, más ella tiende a tomar para él una significación maternal: tanto más sublime e intocable cuanto más amada. Son los homosexuales casados lo que desarrollan mejor este culto de la mujer: Aragon canta su amor por Elsa: cuando muere, ¡buen día a los muchachos! Y cuando una mujer se apega a un solo hombre, lo castra. Por lo tanto, el camino es estrecho. El mejor destino del amor conyugal es la amistad, decía en esencia Aristóteles.

H W : El problema, es que los hombres dicen no comprender lo que quieren las mujeres, y las mujeres, lo que los hombres esperan de ellas…

J-A Miller: Sí. Lo que es una objeción a la solución aristotélica, es que el diálogo de un sexo con el otro es imposible, suspiraba Lacan. Los enamorados están de hecho condenados a aprender indefinidamente la lengua del otro, a tientas, buscando las claves, siempre revocables. El amor, es un laberinto de malentendidos cuya salida no existe.

Traductor: Silvia Baudini

Notas
1- Zigmunt Bauman, El amor líquido, de la fragilidad de los lazos entre los hombres.
2- Los sufrimientos del joven Werther de Goethe.
3- Honorato de Balzac en La Comedia humana, vol VI "Estudios de las costumbres: escenas de la vida parisina".

sábado, julho 31, 2010

Singularidade

Poderia ser descrita por Balzac. Palavra-por-palavra: expressão. Os dias passam em espiral e ela se fecha em ciclos. A vida sempre foi esse espelho côncavo diante do qual o ser se esgota em busca da melhor posição subjetiva. O ser inteiro reduzido a ponto-e-vírgula só para depois refazer-se. Tão mais xamânico. Ela escreve como se jogasse runas. Cada caractere sussura segredos. Escrita-oráculo: escreve para responder. Nas noites, sincronicidade tem astúcia de vagalume. Amanhecer pode ser aleatório. Ou quando um homem vislumbra um texto na poeira cósmica. Docemente incompreensível. Como usar braille para orvalhos. Ou costurar nebulosas em esqueletos de corais. Dia um: o homem encontrou no seu peito reverberação de concha.
Toda interrogação cede a ponto de anzol. Silêncio. A palavra, isca.

Cecília Braga

quinta-feira, julho 15, 2010

Bare Skyer Beveger Stjernene, o filme e outras indicações.


Escrito e dirigido por Torun Lian, um filme com o mesmo efeito catarse de Big Fish. Maravilhosamente Denso. Recomendo e Recomendo. Conhecido também como Only Clouds Move the Sky (1998).
Outros filmes que recomendo: Le Premier Jour Du Reste De Ta Vie, o trailer não alcança o filme, e Wellcome, um filme de Philippe Lioret.
Depois, conta se gostou.

quarta-feira, junho 30, 2010

Caramujo-Flor, retirado de um poema do livro Arranjos para Assobio (1982)

Caramujo Flor from Pólofilme on Vimeo.

Filme de Joel Pizzini, inspirado no livro Gramática Expositiva do Chão (1969) de Manoel de Barros. Apresentado no final da década de 80 e definido por seu diretor como “um projeto estético inacabado, rascunho de sonho, veia aberta, jorro incessante, trecho impresso da utopia”.

Manoel declarou: “Estou certo de que Joel quis falar de minha poesia antes de mim. O filme quis expressar por imagem uma escrita poética. Joel quis dar uma idéia de minha linguagem e não de minha vida. Minha vida não tem nada com jacarés nos trilhos de uma estação, mas a minha linguagem tem. Um jacaré sobre trilhos é tão insólito como renovar as mesmices. Penso que Joel quis mostrar isso. Botou as lesmas lentas e gosmosas dentro de uma casa, mas o lugar das lesmas lentas e gosmosas é subindo pelo muros leprosos das casas. O filme tem muito de minha arte e nada de minha vida. Ainda bem.”

Erik Satie embala a citação final do filme e a palavra ganha aragem.

*
*
*
A rosa reteve Pedro. E a mão reteve a música como paisagem de água na retina.
Era noite no Bairro do Flamengo. As pensões de estudantes dormiam nas transversais.
Pedro mergulhado em trevas, no quarto, pensa no rouxinol e na bomba atômica.
As coisas mais importantes lhe aconteciam no escuro, como a surpresa de uma flor desabrochada à noite.
Pedro recebe uma brisa no rosto e se olha, inundado de solidão. Se chorasse poderia dormir depois. Prefere andar.
Pedro carrega a beleza como um prédio em ruínas. Desce as escadas e ganha a rua.
Pedro anda tendo temores esquisitos. Por exemplo: que desapareçam os fracos da face da terra e restem apenas pessoas blindadas de sol.
Teme que desapareçam as criaturas roladas dos abismos de Deus, com seus andrajos, com as suas cicatrizes.
(...)
Tudo que há de noturno está entranahdo nas roupas de Pedro. Bebe goles de treva. Liberdade de que evola de ti, no escuro, Pedro! Não percebe.
Cogumelos brotavam de seu ventre, e ocasos. Calangos vinham lamber os seus pés e mascar suas roupas os bois.
Pedro de aproximara das coisas. Para dormir com elas.
(...)
Pedro era um abrro ofegante. Como um fruto peco, deixou sua boca no chã, imóvel, aberta.
Tinha de recostá-la na terra e haurir, das raízes intumecidas, seiva.
Pedro sabia: todo aquele que não bebe água no solo, secará como cana cortada no pé. Ficou deitado.
(...)
Pedro era reconstruído.
Agora Pedro ressurge. vem botando o pescoço para o sol. Despegando-se da escuridão, pesadamente, como um bêbado gordo, e aos pedaços, estraçalhado...
Pedro vem tateando na luz, subindo nas bordas do poço, soltando  de suas casca o moliço...Deixa pedaços dele no escuro.
Pedro entra em seu quarto. Está perfeito e pobre. Poderemos sequer fazer uma ideia de que resultará do encontro de um homem com o nojo?
Agora Pedro está dormindo.

 Manoel de Barros, Encontro de Pedro com o Nojo.

sexta-feira, junho 18, 2010

Wish


A Espera tem o costume de sentar na beira do dia e fazer movimentos irriquietos com suas pernas longas. Ela vai arando, desacomodando as margens do tempo, até surgir na epiderme do dia um descampado. . Feito as pontas dos dedos descascados em  ansiedade. Esperar tem  mãos ásperas e lixivia os dias. Desertifica. E povoa. Um clamor profético rouco tem som de aragem: Moséis gagueja repetidamente o nome de Deus enquanto uma folha descobre o outono. E tomba.  Ela sabe, por isso, semeia. Mãos suadas cansam a semente até que o imperativo categórico nasça. Deus espalma sua destra na fronte do dia e faz dos dedos arado. Ela contempla.  Deus gosta de amanhar pensamentos a ponto de húmus. Esperança é quase esterco. E ela tem um campo de gerânios, ainda em grãos, entre os dedos. Pupilas em  lua-cheia e uma saudade densa... Feito teto da Capela Sistina... Feito o cinza anoitecendo o azul de um horizonte alaranjado...Feito a noite que cede aos apelos das estrelas. Feito Van Gogh colorindo Girassóis. As estrelas erguem a noite ao ponto de capela. Milhões de desejos acessos.Velas. Sopras?



Cecília Braga

segunda-feira, maio 31, 2010

sexta-feira, maio 21, 2010

"Fiquei numa sala vazia. E parece que foi Ludvick que ordenou que eu ficasse sozinho.  Pois não são os inimigos, mas sim os amigos que condenam o homem à solidão.
Desde então, cada vez com mais frequência, comecei a fugir por este caminho de terra margeado de pequenos campo. Por esse caminho  no campo onde uma roseira selvagem cresce sozinha num declive. Lá encontro os últimos fiéis. Há o desertor com seus companheiros. Há um músico errante. E, além do horizonte há uma casa de madeira e dentro dela Vlasta - a pobre serva. 
O desertor me chama de rei e jura que posso em qualquer época refugiar-me sob sua guarda. Basta eu ir para junto da roseira selvagem. Ele estará lá para me encontrar.
Como seria simples encontrar a paz num mundo imaginário! Mas sempre tentei viver nos dois mundos ao mesmo tempo, sem abandonar um pelo outro. Não tenho direito de renunciar ao mundo real, embora nele perca tudo. Talvez no fim dos fins basta que eu consiga uma única coisa. A última!
Entregar minha alma, como uma mensagem calara e inteligível  ao único indivíduo que a compreenderá e que poderá levá-la adiante. Até lá, não tenho o direito de partir com o desertor em direção ao Danúbio.
Este último homem em quem penso, minha última esperança depois de tantas derrotas, está separado de mim por uma parede, e dorme.  Depois de amanhã montará um cavalo. Terá o rosto coberto.  Será tratado por rei. Venha, meu pequenino. Sinto-me apaziguado. Eles lhe darão meu título. Vou dormir. Em meu sonho quero vê-lo cavalgando!
... A curiosa convicção de que todo acontecimento que me sucede comporta também um sentido; que ele significa alguma coisa, que a vida, por sua própria aventura, nos fala, nos revela gradualmente um segredo, que se oferece como uma enigma a ser decifrado, que as histórias que vivemos formam ao mesmo tempo a mitologia da nossa vida e que essa detém a chave da verdade e do mistério. É uma ilusão? É possível. É mesmo verossímil, mas não posso reprimir essa necessidade de decifrar continuamente minha própria vida".

  A Brincadeira, Milan Kundera.




sexta-feira, abril 30, 2010

Rito


Atrás do horizonte: as invisibilidades. Se a palavra sucumbe no ofício de fazer um arco-íris, fim da aliança. Mas Deus escreve com begônias uma história de sentidos. Nem todas as flores se prestam a este oficio. Escrever é invocação e exorcismo. Cabe ao corpo, essa transubstanciação do barro, ceder. Imerso n'água, procura sua gênesis. E cede...cede...cede. Quando rio transborda, alarga as margens. Tudo que ela vê de si : lama. No altar, um homem ergue suas mãos em gesto eucarístico. No papel, um homem declina sua cabeça em atitude de reverência. Diante de seus olhos a certeza de que ali haverá milagres.Tomai e comei. A palavra pode redimir um homem?




Escuta, ... quando Deus criou o homem...flor de Lótus.


.
.
.
Cecília Braga


quarta-feira, janeiro 27, 2010

A casa do Homem



















Paris — Toda vez que chego a Paris tenho um ritual particular. Depois de dormir algumas horas, dou uma espanada no rodenirterceiromundista e vou até Notre-Dame. Acendo vela, rezo, fico olhando a catedral imensa no coração do Ocidente. Sempre penso em Joana d’Arc, heroína dos meus remotos 12 anos; no caminho de Santiago de Compostela, do qual Notre-Dame é o ponto de partida — e em minha mãe, professora de História que, entre tantas coisas mais, me ensinou essa paixão pelo mundo e pelo tempo.Sempre acontecem coisas quando vou a Notre-Dame. Certa vez, encontrei um conhecido de Porto Alegre que não via pelo menos há 2o anos. Outra, chegando de uma temporada penosa numa Londres congelada e aterrorizada por bombas do IRA, na época da Guerra do Golfo, tropecei numa greve de fome de curdos no jardim em frente. Na mais bonita dessas vezes, eu estava tristíssimo. Há meses não havia sol, ninguém mandava notícias de lugar algum, o dinheiro estava no fim, pessoas que eu considerava amigas tinham sido cruéis e desonestas. Pior que tudo, rondava um sentimento de desorientação. Aquela liberdade e falta de laços tão totais que tornam-se horríveis, e você pode então ir tanto para Botucatu quanto para Java, Budapeste ou Maputo — nada interessa.

Viajante sofre muito: é o preço que se paga por querer ver “como um danado”,feito Pessoa. Eu sentia profunda falta de alguma coisa que não sabia o que era. Sabia só que doía, doía. Sem remédio.Enrolado num capotão da Segunda Guerra, naquela tarde em Notre-Dame rezei, acendi vela, pensei coisas do passado, da fantasia e memória, depois saí a caminhar. Parei numa vitrina cheia de obras do conde Saint-Germain, me perdi pelos bulevares da le dela Cité. Então sentei num banco do Quai de Bourbon, de costas para o Sena, acendi um cigarro e olhei para a casa em frente, no outro lado da rua. Na fachada estragada pelo tempo lia-se numa placa: “II y a toujours quelque choe d’abient qui me tourmente” (Existe sempre alguma coisa ausente que me atormenta) — frase de uma carta escrita por Camilie Claudel a Rodín, em 1886. Daquela casa, dizia aplaca, Camille saíra direto para o hospício, onde permaneceu até a morte. Perdida de amor, de talento e de loucura.Fazia frio, garoava fino sobre o Sena, daquelas garoas tão finas que mal chegam a molhar um cigarro. Copiei a frase numa agenda. E seja lá o que possa significar “ficar bem” dentro desse desconforto inseparável da condição, naquele momento justo e breve — fiquei bem. Tomei um Calvados, entrei numa galeria para ver os desenhos de Egon Schiele enquanto a frase de Camille assentava aos poucos na cabeça. Que algo sempre nos falta — o que chamamos de Deus, o que chamamos de amor, saúde, dinheiro, esperança ou paz. Sentir sede, faz parte. E atormenta.Como a vida é tecelã imprevisível, e ponto dado aqui vezenquando só vai ser arrematado lá na frente.

Três anos depois fui parar em Saint-Nazaire, cidadezinha no estuário do rio Loire, fronteira sul da Bretanha. Lá, escrevi uma novela chamada Bem longe de Marienbad , homenagem mais à canção de Barbara que ao filme de Resnais. Uma tarde saí a caminhar procurando na mente uma epígrafe para o texto. Por “acaso”, fui dar na frente de um centro cultural chamado (oh!) Camille Claudel. Lembrei da agenda antiga, fui remexer papéis. E lá estava aquela frase que eu nem lembrava mais e era, sim, a epígrafe e síntese (quem sabe epitáfio, um dia) não só daquele texto, mas de todos os outros que escrevi até hoje. E do que não escrevi, mas vivi e vivo e viverei.Pego o metrô, vou conferir. Continua lá, a placa na fachada da casa número 1 do Quai de Bourbon, no mesmo lugar. Quando um dia você vier a Paris, procure. E se não vier, para seu próprio bem guarde este recado: alguma coisa sempre faz falta. Guarde sem dor, embora doa, e em segredo.
O Estado de S. Paulo, 3/4/1994, Caio Fernando Abreu.


"O lugar do homem, a "casa do homem"´, é a ausência. Seu hóspede constante, esse estranho familiar: a Angústia. Estamos sempre a meio caminho de lugar nenhum. A meio caminho entre a coisa e a palavra. Entre o gozo e o desejo. A realidade e a fantasia. Entre a morte e a vida. Sempre pelas passagens, atravessando abismos, encruzilhadas, sem porto seguro. Não sabemos de onde viemos, tampouco para onde iremos. O percurso, essa tragédia/trajetória, uma incógnita. (...). Somos, de fato, como aponta Lacan, um ponte "...uma constituição criada e criadora de vazios".
Olga Sá

... 365 dias, um dedo em riste, cálculos cabalísticos, um caminho, 500 bifurcações e tens se perdido... nos dedos teces um moebius, in finito. 7 velas, rosas artificialmente azuis... tu não escutas, mas ela ri. Por dentro, escreves: sejas. Mas em Janeiro o ano teima em carregar rugas.

Cecília Braga